Una crisis cada vez más “in-audita”

Dicen que mientras hay vida hay esperanza. Pero eso lo confundimos desde hace cinco años con otro juego muy peligroso, el de alargar el rigor mortis para ver si un meteorito, o el diluvio universal, cae antes de certificar el desastre absoluto y sin paliativos. Y mientras nos adentramos, o nos adentran, en esa inevitable boca del lobo, cada vez son más las noticias que atentan contra el más elemental sentido común.

Por ejemplo, que una de las firmas encargadas de auditar la salud y la transparencia de nuestras cuentas, es decir, las de los bancos, es decir, las de todo bicho viviente, haya sido a su vez un ejemplo de poca transparencia y escaso respeto por las normas contables, según informaciónde un diario nacional de gran tirada. No sé cómo se le llama a eso, pero dado que entre grandes auditoras nos movemos, el término más acertado me parece el de “in-audito”.

Que nos auditen los auditados es del género de la idiotez épica. Es tanto como pedir a ese gorila de discoteca griego, el mandamás de Aurora Dorada, que se encargue de velar por la democracia. O como pedirle a los italianos que velen por la limpieza en el deporte rey a este lado del Atlántico: el fútbol. O como fiarnos de los consejos sexuales de los arzobispos. O montar un McDonald’s en un barrio vegetariano. Un sindiós de dimensiones bíblicas.