El intervencionismo o lo de sacar el paragüas cuando sale el Sol

Hoy en día es fácil encontrar personas sosteniendo argumentaciones contrarias al libre mercado y más fácil aun encontrar personas esperando a que el Estado “las salve” como si el ente no corpóreo fuese un superhéroe de la saga Marvel.
Pero no hay superhéroes en las filas de papá Estado y, si los hay, alguien ha encontrado la criptonita necesaria para que se mantengan ocultos, agazapados y débiles. Pero esperen, Superman no es de la saga Marvel.

Cuando Margaret Thatcher fue envestida Primera Ministra en Inglaterra en 1979 , y en uno de sus primeros discursos ante su equipo de gobierno, cogió un libro de Hayek “Camino de servidumbre”, dio con él un enérgico golpe encima de la mesa para despertar al auditorio y dijo firmemente: “¡En esto es en lo que creemos!”. El libro de Hayek citado es una de las mejores apologías escritas sobre el liberalismo económico.
El plan de Thatcher fue lo más cerca que ha estado el mundo de conocer un verdadero gobierno liberal. Tuvo que aguantar varias huelgas generales por aplicar medidas tendentes a recortes estatales de subvenciones varias, flexibilización del mercado laboral, privatización de empresas públicas y un largo etcétera de medidas poco populares.

La Dama de Hierro, como la apodaron los rusos por aquello de “la mantequilla y las pistolas” no vaciló en recortar el gasto público; los intervencionistas salían corriendo cuando la veían y más de un funcionario se escondía al verla, no fuese que Margaret preguntase por qué los contribuyentes pagaban un sueldo a aquel tipo. Debió ser una mujer excepcional, especialmente en una época donde la política era un mundo de hombres.

Don Mariano debe ser nuestro Hombre de Hierro, nuestro Superman. Pero igual que les decía antes aquello de que Superman no es un superhéroe de la saga Marvel, les diré que pienso que Don Mariano no es un político de la saga Thatcher. Muchos votaron al político liberal que pensaban necesitaba nuestra economía y nos hemos encontrado en dos días con alzas de impuestos de diversa índole, atacando no sólo el consumo, sino también el ahorro de las maltrechas economías españolas y los pequeños patrimonios de los españoles, patrimonios en formato vivienda, claro.

Esperemos que el motivo de esta decepción en el minuto cero de partido sea que Don Mariano ha resultado ser un estratega más listo que la casta intervencionista de la Unión Europea-Merkel y Sarkozy-y el gran político que muchos esperábamos, queriendo hacer un giño con estas pequeñas subidas de impuestos a aquellos que nos prestan el dinero, pero aplicando en la práctica las medidas liberales que nos estuvo vendiendo durante los años de oposición y que son las que necesitamos para enderezar el rumbo de la nave España.

Es posible que oigan hablar en estos días de la curva de Laffer. El sentido económico de esta teoría explica que cuando aumentan los impuestos, la recaudación que obtiene el Estado es menor en lugar de mayor, debido a las consecuencias que tienen las alzas de impuestos en el consumo, el ahorro y, porque no decirlo, en el coste de oportunidad de las evasiones fiscales y la economía sumergida.

Habrán oído y leído también a Keynes. Keynes sostenía en su Teoría General que la expansión del gasto público era necesaria para activar las economías, especialmente en épocas de crisis. Mucha gente abraza esta idea con ferviente convicción. Esas políticas son como sacar el paraguas cuando sale el sol, pues sólo se puede aumentar el gasto público cuando hay dinero para gastar o capacidad para solicitarlo pero cuando no hay dinero ni capacidad para endeudarse, las políticas keynesianas intervencionistas del gasto público son totalmente inútiles. Y es ahí donde estamos en este momento.

Pidamos al Estado sólo tres cosas: un buen sistema sanitario, educación de calidad para nuestros hijos y seguridad ciudadana para todos con un eficiente Poder Judicial. ¡Y del resto nos encargamos nosotros!