¿Por qué la política fiscal del Gobierno está destruyendo nuestro tejido productivo?

 Lo peor del endeudamiento público es que hasta el propio Trichet indicaba que, y cito textualmente, “el gasto público es menos eficiente que el privado”. Motivo de más para que la mayoría del gasto sea en el sector privado y no en el público, ya que el retraimiento de recursos del privado conlleva una economía menos competitiva, con lo que eso significa de destrucción de puestos de trabajo y de empobrecimiento general de nuestro sociedad.

La idea no por simple deja de ser menos cierta: un incremento del gasto público obliga a las distintas administraciones a endeudarse más o a subir los impuestos o ambas cosas al mismo tiempo.

El incremento del endeudamiento significa que va a haber un agente (muy grande en este caso) que competirá por los recursos financieros disponibles en la economía, y eso se traduce en un incremento de los costes tanto para unos como para otros. Las empresas deberán hacer frente a unos mayores costes financieros que, en una situación de recesión como la actual, tendrán un listón demasiado alto al tener unos beneficios más reducidos que en épocas de bonanza. Eso significa que una creciente cantidad de inversiones productivas dejarán de realizarse, con lo que ello conlleva de incremento del desempleo y el resto de consecuencias nefastas.

Por otro lado, el incremento de la presión fiscal sobre los ciudadanos, significa directamente que estos últimos dispondrán de una renta menor para el consumo y para el ahorro. Una tasa menor de ahorro conlleva un decremento de los recursos financieros generales de la economía, por tanto unos tipos mayores que hará que una creciente tasa de nuevas inversiones sean descartadas. Por la parte del consumo, como todo el mundo puede deducir, significa unas menores ventas minoristas, reducción del empleo, cierre de locales, incremento del desempleo,…

Veamos datos concretos y para ello utilizo este informe del Instituto de Estudios Económicos, basándose en información de Eurostat, la agencia de estadísticas de la Unión, que indica que España se encuentra entre los cinco países de la UE con el mayor tipo de gravamen del IRPF,  siendo el promedio para 2013 del 38,7%, frente al de España con el 52%. Sin nombrar a pequeños países de la Unión, descatar el 50,2 de Francia, el 47,5 de Alemania o el 45% del Reino Unido.

Resumiendo, los elevados tipos en todas nuestras figuras impositivas así como el gran número de ellas, hace que nuestro tejido productivo se vaya destruyendo. La crisis, lo único que hace es actuar de catalizador que acelera el proceso, pero incluso en momentos de estabilización de la economía, unos tipos impositivos elevados conlleva que las empresas sean menos competitivas a nivel mundial y por tanto quedan fuera del mercado.

Nunca jamás una crisis económica ha sido resuelta incrementando los impuestos y nuestros responsables económicos deberían haber leído Historia Económica.

Manuel Caraballo Callero
Economista