Pornografía sanitaria y economía del conocimiento

Ya que hoy es viernes, quitémonos la corbata. Que la cosa que les traigo tiene su intríngulis. Aterrizo en un diario de tirada nacional para leer que el Gobierno va a poner aranceles al turismo sanitario. Ya saben, esos viajes organizados para súbditos de países extranjeros en los que la sanidad, al fin, después de mucho lloriquear de los lobbies empresariales de turno, es un lujo de tomo y lomo. Para que los que más tienen vivan más y mejor, y apartar a los pobretones, que estorban en una economía, así las llaman a las de su especie, desarrollada.

En esto que me topo con una errata de las simpáticas. El redactor quiso decir que las páginas web de algunos municipios ya muestran, entre otras direcciones, las de los centros de belleza. Pero en una de esas malas pasadas del teclado, o del subconsciente, dice que las susodichas web muestran las direcciones de las bellezas locales. No de los centros, sino de las bellezas. Pues mira, me dije, del turismo sanitario al sexual no va tanto trecho, y hasta podrían convivir. Ya saben, el mito de las enfermeras eróticas y esa vaina.

Mientras, desde ayer y hasta la tarde de hoy se celebra en el Teatro Circo Price de Madrid el Festival de las aplicaciones para smartphones, los teléfonos inteligentes. A un lado, ya ven, economía de tasas basada en la pornografía sanitaria, que es de lo que se trata. Al otro, emprendedores que se afanan en innovar y aplicar el nuevo paradigma de economía basada en el conocimiento. Sólo una lleva escrita la palabra futuro. Y es la que menos corbatas lleva. Feliz fin de semana.