Europa, el mayor parque temático del mundo

La historia del viejo continente le ha convertido en un talismán histórico que recibe visitantes de todas partes del mundo

Desde hace décadas, todo el mundo sabe que el único parque temático que no pierde dinero es el de Disney, y lo es probablemente porque fue el primero, porque tiene un gran apoyo social de varias generaciones, amén de una potente industria audiovisual y un modelo de “merchandising” como el que sólo los americanos saben realizar; en el fondo, hay que reconocerles que son los mejores vendedores del mundo.

Los demás parques temáticos tratan de sobrevivir, con subvenciones, reducción de gastos, y ofertas de fin de semana, que en el fondo lo que hacen es dilatar lo irremediable; y es que una vez que has visto al coyote, tampoco te apetece volver a verle; y no digamos si vas a un Port Aventura, a un Terra Mítica o incluso a un Isla Mágica. Definitivamente, los parques temáticos no están en la cresta de la ola, y sin embargo … existen.

Hay uno que me merece la mejor de las consideraciones, sobre todo porque lleva ya muchos años funcionando, eso sí, con dificultades, y con disensiones internas, pero ha logrado sobrevivir a todas ellas (al menos hasta ahora), y realmente hay mucha gente que todavía quiere seguir visitándolo. Al fin y al cabo, se ha nutrido de multitud de aportaciones e incluso de atracciones requisadas fuera del Parque, y ello durante más de tres mil años, lo cual le confiere una característica de singularidad que no tiene ningún otro. Ese Parque se llama Europa.

Europa, parque temático por excelencia

En otros tiempos, Europa no era un especial objeto del deseo. Tradicionalmente, eran Egipto, Asiria, Persia, India o China las civilizaciones donde estaba la riqueza, y donde se evolucionaba tanto a nivel militar como científico. Sin embargo, un pequeño foco de cultura y libertad se encendió en el sureste de Europa, en el lugar que se llamaba Grecia, y que por aquel entonces estaba bastante entronizado dentro del resto de las naciones de Oriente Próximo (vamos, como ahora), y sus habitantes quisieron marcar una nota conceptual característica que definiera lo que hoy llamamos cultura occidental.

Fueron los griegos los que conquistaron Egipto, Asiria y Persia, y cambiaron para siempre el destino de Europa. Y luego fueron los romanos, los que en el fondo se aprovecharon de ello y crearon el germen de lo que hoy conocemos por Europa. Sin embargo, después de los romanos, todo volvió a su ser, y volvieron a ser los árabes y los hindúes los que tuvieron en su poder la cultura y la ciencia. Los europeos seguían siendo una amalgama de analfabetos que sólo se preocupaban de luchar entre ellos y de resistir la siguiente ola de bárbaros que llegaba desde el Este.

Pero hete ahí que allá por el siglo XIII, las cosas se estabilizaron, y los mercaderes venecianos trajeron algo que se llamaba números, aritmética, medicina, y demás, cosas que desde hacía mucho tiempo se conocían y practicaban en Asia, y se pusieron las bases para el Renacimiento, o lo que es lo mismo, los cimientos del parque temático europeo. Europa nunca fue rica en materias primas o en riquezas, pero sí que supo a partir de entonces “visitar” otros países, dominarlos y traerse para aquí las riquezas y los científicos y artistas que fueran necesarios para construir las grandes catedrales, los grandes puentes, la inmensa maquinaria de guerra, y demás. Y cuando todo ello no fue suficiente, invadieron otros países, y utilizando sistemas esclavistas, extrajeron de los mismos todo lo que pudieron para convertir a los europeos en el cénit del mundo.

Pero la época colonial pasó, y hoy en día todos los seres humanos quieren también “tener pupitre”, y los europeos nos hemos encontrado con que sólo somos 250 millones, mientras que en el resto del mundo hay más de 7.000 millones que ya no aceptan un sistema esclavista, ni tan siquiera pseudo-esclavista (mira que son egoístas), y que quieren vivir igual de bien nosotros, tal y como hemos vivido durante varios siglos. De entrada, el no tener materias primas y demás recursos naturales es un hándicap. Por otro lado, el haber asumido un modelo de Estado del Bienestar como algo irrenunciable, ha hecho que el trabajo se haya ido a China y a India, o bien a inmigrantes que están dispuestos a hacer lo que los hijos de los europeos no están dispuestos (faltaría más; son los herederos del parque temático y se merecen un respeto).

Como los europeos cada vez tienen más difícil ganarse la vida, el Estado asume que tiene que alimentarlos, darles una renta básica para que vivan dignamente y demás; pero como el trabajo se ha ido y además, en aras del libre comercio, la palabra “arancel” ha pasado a ser anatema, pues no queda más remedio que emitir “papeles” a los que se les ha llamado Deuda Pública, y que increíblemente hay gente que compra sin casi percibir interés por ello; y cuando no se cubre todo lo que hay que emitir, pues se crea un ente extraño que se llama Banco Central Europeo, que les compra los papeles a los Estados emisores, con dinero que o bien les aportan estos Estados, o bien directamente se inventa.

El modelo europeo en crisis

El resultado, un Parque Temático que visita mucha gente de otros países, para admirar todo lo que se ha almacenado a lo largo de muchas generaciones, e incluso para reclamar la devolución del patrimonio expoliado (aunque no se les haga mucho caso), pero que tiene los pies de barro y un futuro muy incierto, puesto que ni la Deuda Pública se va a poder pagar, ni hay ni habrá cobertura para satisfacer las pensiones en los próximos años, ni va a haber empleo para los millones de desempleados, ni se va a corregir el déficit público permanente generado por un gasto público excesivo.

Y como le ocurre a la mayoría de los parques temáticos. Llega un momento en el que el banco cierra la espita y ya no da más crédito; en nuestro caso, los “Pimco” de turno que dejarán de comprar los papeles de la deuda pública. Y en ese momento, todos aquellos que creían tener sólo derechos y ninguna obligación, y que por el mero hecho de ser europeos tenían derecho a todo, se dan cuenta de que el Parque Temático tiene que cerrar sus puertas, y de que para poder comer no pueden pedir una renta básica por no hacer nada, sino que tienen que buscarse la vida como hacen en el 95 por ciento restante del mundo.

Ya no habrá milagros del estilo del “quantitative easing” para inundar de dinero ficticio todo el sistema; ya no habrá confianza en esos trozos de papel que algunos llaman billetes, pero que no dejan de ser trozos de papel que todos creíamos que tenían un valor; ya no podrá haber una Economía financiera que inexplicablemente sea siete veces más grande que la Economía real. Todo el castillo de naipes se habrá venido abajo, y habrá que volver a levantar una sencilla Economía, basada en bienes reales y en trabajo, en la que no harán falta tres millones de funcionarios para administrar no se sabe qué, ni medio millón de políticos para engañar no se sabe a quién.

Miguel Córdoba/Profesor de Economía Financiera del CEU