Los hogares españoles ahorran menos y de forma más volátil que los europeos

Los hogares españoles ahorran menos y de forma más volátil que los europeos, debido a la mayor cultura de consumo en el país y la confianza en las redes de protección tanto familiares como asociadas al Estado del bienestar y, muy especialmente, en un sistema de pensiones públicas más generoso en términos relativos.

Así se desprende del el estudio ‘Finanzas de los hogares 2000-2022. Se amplía la brecha generacional’, publicado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros, en el que se advierte de que los hogares españoles definen una propensión al ahorro sistemáticamente inferior a la de sus homólogos europeos.

Para los expertos, esa menor tasa de ahorro (porcentaje de la renta disponible dedicada al ahorro) muestra una volatilidad y sensibilidad más acusada. Según explican, la brecha entre la tasa de ahorro de los hogares españoles y la media ponderada de la eurozona se mueve en un amplio rango que nunca baja de tres puntos porcentuales, y puede llegar a ser más del doble en algunos momentos, como en los prolegómenos de la crisis financiera en 2007, o también en el más reciente 2022 una vez superados los efectos de la pandemia.

La coexistencia de esas dos características diferenciales del ahorro en España –su menor tasa estructural y su mayor volatilidad– no es casual. Se debe, entre otras cosas, a la mayor cultura de consumo en el país, donde se valora el disfrute del presente y la adquisición de bienes y servicios, en detrimento de un menor enfoque en el ahorro a largo plazo.

En la misma dirección operaría otro elemento muy presente en la cultura española, cual es la confianza en redes de protección, tanto familiares como asociadas al estado del bienestar, y muy especialmente en un sistema de pensiones públicas más generoso en términos relativos.

BRECHA GENERACIONAL DE RIQUEZA: UNA «BOLA DE NIEVE»

En este sentido, el informe apunta a que los hogares españoles parecen ser «relativamente» más ricos que los europeos, debido a un efecto revalorización que, combinado con una evolución más desigual de la renta, ha ampliado la brecha generacional de riqueza: una «bola de nieve».

El hecho de que el ahorro materializado en patrimonio inmobiliario tenga mayor relevancia en España, y que este haya sido el más beneficiado (a pesar de los vaivenes asociados al ‘boom’ previo y a la crisis posterior a 2008) por la bajada estructural de los tipos a largo plazo tras la incorporación a la eurozona, añadiría dosis de verosimilitud a esta explicación.

Y es que los hogares con cabeza de familia de mayor edad (mayores de 65) han experimentado un crecimiento en su renta desde 2005, sin haber sufrido caídas con la crisis de 2008, lo que sí sucedió sin embargo para todos los demás tramos de edades. Según el informe, las políticas de protección de los ingresos por pensiones explican claramente este comportamiento.

Por el contrario, la crisis de 2008 tuvo un fuerte impacto sobre la renta de los hogares con cabeza de familia menor de 65 años (en edad laboral) de la que todavía no se han recuperado los niveles en términos reales.

Hay que tener en cuenta la dinámica de envejecimiento que vienen experimentando los hogares españoles, que hace que el porcentaje de hogares con cabeza de familia joven sea mucho menor. Esto quiere decir que actualmente menos jóvenes se independizan, y cuando deciden o consiguen hacerlo reciben menor renta que los que lo hacían a principios de siglo.

A ello se suma que la vivienda en propiedad, factor de ahorro y modo de vida, está cambiando para los hogares más jóvenes. La preferencia en España por la vivienda en propiedad, que se extendía a todas las cohortes de edad, incluso a las más jóvenes, está cambiando en lo que va de siglo: se está reduciendo el peso relativo de la vivienda en la riqueza de los hogares y esa reducción se concentra singularmente en los más jóvenes.

Aunque la propiedad sigue siendo la forma habitacional más extendida en España, el alquiler va ganando peso de forma continuada. Así, el porcentaje de hogares residentes en vivienda alquilada se ha duplicado el conjunto del periodo desde el 10% al 20%, porcentaje en todo caso muy inferior al vigente en los principales países europeos.

Esta mezcla de efectos ha determinado, como hecho más llamativo, que el segmento de hogares jóvenes haya pasado en estos últimos veinte años de ser propietario casi un 70% de una vivienda a ser propietario sólo el 36% de ellos, con un claro desplazamiento hacia el alquiler, así como a la cesión de vivienda por parte de familiares.

EL ENDEUDAMIENTO DE LOS HOGARES ESPAÑOLES CONVERGE CON LOS EUROPEOS.

De su lado, el estudio apunta a que el extraordinario nivel de endeudamiento de las familias españolas frente al de sus homólogas europeas cuando emergió la crisis financiera (que estuvo asociado a una extraordinaria adquisición de activos inmobiliarios) ha devenido en una convergencia hacia sus niveles medios.

«De hecho, en estos últimos años se sitúa incluso por debajo, después del gran desapalancamiento acaecido tras dicha crisis», se precisa en el informe.

De todos modos, los expertos han alertado de que el nuevo escenario de tipos de interés que emergió a inicios de 2022 añade un mayor potencial de tensión a la vulnerabilidad de los hogares más endeudados, que se concentran, como por otra parte es natural, en los de menor renta y más jóvenes.

En sentido contrario, el estudio apunta a que el ahorro financiero está singularmente concentrado en las rentas altas. Siendo clara (aunque decreciente en los últimos años) la mayor preferencia de los hogares españoles por los activos inmobiliarios, parece natural que la riqueza que se materializa en activos financieros sea proporcionalmente mucho mayor en los hogares de mayor renta y riqueza, hogares que disponen de un mayor colchón o excedente.

De hecho, solo el 40% de los hogares de mayor renta acumulan el 80% del total de esa riqueza. Además, donde su peso es realmente relevante es en el 10% de hogares con rentas más elevadas (percentil 90 de renta), dado que sólo ellos acaparan prácticamente el 50% del total de la riqueza financiera de los hogares y, por tanto, constituyen el foco de atención principal de las entidades que canalizan los servicios de asesoramiento y de inversión.